domingo, 27 de noviembre de 2011

Buscando en mi biblioteca "grandes obras del pensamiento" (una colección en fascíulos que me regaló mi tía apenas vine a buenos aires a estudiar letras, que creo que es el mejor regalo que me hicieron en mi vida), para definitivamente empezar a leer a Adorno o Leibniz, no encontré a ninguno de los dos pero sí encontré a San Agustín, y me tiré en la cama a leerlo, en esta fantástica y exhuberante noche de verano, con todas las ventanas abiertas, escuchando la cumbia que suena en el barrio, y mientras avanzaban las páginas,
sentí fuego en el corazón.

3 comentarios:

José A. García dijo...

Cualquier cosa es mejor que Adorno, incluso Agustín...

Saludos

J.

anita dijo...

quiero mucho a san agustín!

ana dijo...

que zarpado post