hay una escena en la que me encuentro con un teórico alemán en la Academia de Artes de Viena, él me invitó a dar una charla sobre mi trabajo en Buenos Aires. Yo estoy con las manos en los bolsillos de mi jean. Sonrío, sonrío y no sé qué decir, no me sale bien el alemán, pero pienso que sonreír me ayuda
en el mismo cuento me gustaría hablar sobre el agua.
Por ejemplo:
mientras sonrío y sonrío y no me salen las palabra bien en alemán, porque estoy ahí con europeos y no sé muy bien cómo hay que comportarste con los europeos, me viene a la mente una imagen de la Secesión que acabo de visitar quince minutos atrás, llena de agua.
Podría agregar una descripción larga de los bordes dorados de la pared superior borrándose cómo la pintura dorada se va pulverizando y suspendiendo en el agua. La sala central se transforma en una piscina.
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