lunes, 30 de mayo de 2011

the unmade bed

qué lindo poema:


La cama sin hacer

Hoy dimos un examen, emprendimos un viaje, tomamos un baño; tomamos un látigo y montamos un caballo en el establo; cumplimos las profecías de la fábula. Seremos famosos por todo esto, finalmente nos sentiremos responsables por la luz que cae de nuestras frentes. Dejamos la cama sin hacer, pero esto es entendible dada la prisa con la que empezamos el día.



El corazón no permanece en su lugar cuando está practicando el amor, sube en círculos hacia el cielo y se inclina hacia la blasfemia. La cama era la barrera que habíamos establecido entre nosotros. Cuando era el momento de levantarse nos miramos a los ojos, sentimos que habíamos ganado un día para estar juntos, saltamos de abajo del edredón de plumas, no volvimos a mirar la cama desordenada hasta más tarde, cuando la noche.



fue la invasora aguardada, oscura y de túnica. El cerebro no puede evitar sus lóbulos aunque está unido a la mente precisamente a través de la posibilidad de evitarlos; si hubiera una posibilidad de que el cerebro y la mente se separasen, instigaran una guerra interestelar en la que ninguno fuera el vencedor porque las voces son imposibles de violar, ¿no existiría un mundo que



pudiésemos visitar entre lo que sentimos y lo que imaginamos, un paraíso aislado fundado por la razón, sostenido por el canto, perfeccionado por el placer? ¿un tesoro horrible invadido por la actitud, un poco brillante un poco obsceno? La cama del cerebro la construyó un día un artesano que no podía ver las estrellas. Era ciego a la noche. La cama de la mente la construyó un soldado que peleó en la batalla arriba mencionada.



¿Cuál fue la cama en la que hicimos el amor?



(Stuart Krimko, The Sweetness of Herbert)

3 comentarios:

paula p dijo...

¡qué lindo poema!

escondete dijo...

Estimada: tengo el agrado de acercarles nuestra primer micronovela: Ida y vuelta
Completamente gratuita

Escondete!

tanto amor empalaga dijo...

hermoso, Ceci!