jueves, 24 de abril de 2008

Hablando con algunas personas me he dado cuenta de que hay gente que consideran alternativamente lo blando y lo duro como virtud o defecto. Ser duro o blando genera, por parte de los duros que critican lo blando, sorna y por parte de los blandos que critican lo duro, también sorna, pero una sorna más suave, más benévola, como la naturaleza misma del problema hace suponer. Habiendo tenido distintas convesaciones telefónicas con distintas personas que calificaron o descalificaron a otros de blandos o duros, he llegado a la conclusión que soy de los que valoran lo blando, y de los que, más aún, sienten un entusiasmo que ronda la euforia por todo lo asociado con esta característica.